Para ti, meu amigo

09:19

Quem sabe onde estás agora. Gosto de pensar que estás um pouco em todo o lado. Que há um pouco de ti no som das ondas do mar, nos canários que sobrevoam o parque, nas flores que se abanam no vento, e quem sabe até na mosca que aparece nos momentos mais inoportunos.
Mas de uma coisa tenho a certeza, há uma parte de ti que vai ficar para sempre aqui comigo. A lembrar-me que por vezes os riscos valem a pena e a acordar-me cada vez que começo a voar demasiado longe na teoria e me esqueço de viver na prática. A chatear-me constantemente para deixar de ser tão lamechas, para deixar de chorar e sorrir. Sorrir como só tu conseguias.
Essa parte amigo, essa fica para sempre comigo.
Descansa, sei que agora estás em paz




—Lo más importante nunca se ve...

 —Indudablemente...

 —Es lo mismo que la flor. Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.

 —Es indudable...

—Es como el agua. La que me diste a beber, gracias a la roldana y la cuerda, era como una música ¿te acuerdas? ¡Qué buena era!

—Sí, cierto...

—Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo... Y rió una vez más.
—¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír tu risa!

—Mi regalo será ése precisamente, será como el agua...

 —¿Qué quieres decir?

 La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido...

—¿Qué quieres decir?

 —Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír! Y rió nuevamente.

—Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: "Las estrellas me hacen reír siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada... Y se rió otra vez.

—Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír...

El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

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